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Semblanza del pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio

Semblanza del pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio

Pérez Rubio, que nació en Oliva de la Frontera (Badajoz) y estuvo casado con la escritora vallisoletana Rosa Chacel, no sólo destacó por ser uno de los encargados de salvar el patrimonio artístico, sino que está considerado como uno de los artistas españoles más importantes del siglo XX "aunque olvidado durante mucho tiempo debido, en parte, a su exilio tras la Guerra Civil".

Su trayectoria artística adquirió relieve en los años treinta, con la concesión en 1932 de la primera medalla en el concurso de la Exposición Nacional de Bellas Artes por su obra "Paisaje de Normandía".

En 1939, se instaló de manera provisional en Ginebra, donde pintó y expuso su obra, y, posteriormente, en 1940, fijó su residencia en Brasil. Sus cuadros se exhibieron en el Museo Nacional de Bellas Artes de Rio, en una exposición que fue prologada por la escritora Gabriela Mistral.

Fue en 1974 cuando la Biblioteca Nacional de Madrid acogió su serie "Los Retratos del Jardín", que supuso su reencuentro con España después de 40 años de exilio.

Ya en 1996, el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo de Badajoz le dedicó una amplia exposición además de que este espacio guarda en su colección más de una docena de obras del artista, entre ellas el retrato que pintó de Rosa Chacel (1925).

Timoteo Pérez Rubio murió en Brasil en 1977 y el 13 de abril de 1999, sus restos mortales fueron trasladados a su localidad natal, Oliva de la Frontera.

El pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio realizó durante la Guerra Civil, como presidente de la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, creada por el gobierno publicano, con el objetivo preservar las obras del Museo del Prado y evitar que fueran destruidas en el transcurso de la contienda.

Timoteo Pérez Rubio había sido nombrado por el gobierno de la República presidente de la Junta Central del Tesoro Artístico Nacional y desde ese cargo dirigió las tareas de reagrupamiento de obras de arte procedentes de iglesias, museos, etc., protección de monumentos frente a los bombardeos y, sobre todo, la evacuación de centenares de obras procedentes del Museo del Prado, Palacio Real, El Escorial y otros museos e instituciones desde Madrid a Valencia.

A partir de aquí las obras evacuadas realizarían un tortuoso periplo huyendo de la destrucción de la guerra. En 1937 se realiza el traslado de Madrid a Valencia. De allí, en marzo y abril de 1938, ante el avance de las tropas franquistas, fueron evacuadas a Cataluña y depositadas en los castillos de Pereleda y Figueras y desde allí, con la ayuda de un recién creado Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles (con el que firmó un acuerdo el gobierno español) hasta territorio francés para posteriormente, el 12 de febrero de 1939, ser enviadas a su destino final en Ginebra, hecho éste que provocaría grandes polémicas no sólo en los dos bandos de la España en guerra sino también a nivel internacional. Con el reconocimiento por parte de Francia e Inglaterra del gobierno de Franco con sede en Burgos, éstos reclamaron inmediatamente la devolución de las obras, iniciándose así una controversia entre todas las partes implicadas que terminó con la vuelta a España de las obras en septiembre de 1939, ahora a cargo de los responsables franquistas.

Alberto Porlán lo calificó como "un caballero republicano que tenía un cuidado exquisito con sus palabras y no guardaba rencor a nadie", y destacó la personalidad modesta de este pintor extremeño, que le llevó a preguntarse "cómo puede ser que alguien que ha salvado una parte muy considerable del patrimonio artístico universal no quisiera escribir nunca lo que había hecho".

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