1º DE MAYO
os trabajadores y trabajadoras celebramos en el 1º de mayo nuestra Fiesta. El 1º de mayo no sólo es una fecha en el calendario que sirve para recordar los "debes" de los gobiernos para con las condiciones sociales y laborales de los trabajadores, sino que también conmemora un hecho histórico: la represión en EEUU a finales del siglo XIX del movimiento sindical y el particular homenaje que se da a quienes dieron su vida – literalmente – por reivindicar mejoras laborales.
El 1º de mayo se proclama DÍA MUNDIAL DEL TRABAJO en 1889, aprobado, con toda la solemnidad, en el Congreso Obrero Socialista celebrado en París y como homenaje a los llamados mártires de chicago, 5 obreros ajusticiados en EEUU por su participación en la Huelga General por las 8 horas de trabajo convocada el 1 de mayo de 1886.
Los trabajadores estadounidenses llevaban varias jornadas reivindicando "ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa" y lograron que el Presidente de EEUU Andrew Johnson promulgara la Ley Ingersoll que establecía las ocho horas de trabajo diarias. Sin embargo, y como reacción, 19 estados federados sancionaron leyes que permitían trabajar hasta 10 horas por día e invalidaron en la práctica la Ley Ingersoll. En ese momento, las organizaciones laborales y sindicales de EEUU llamaron a los trabajadores a la huelga.
El 1º de mayo se convocó la huelga, que continuó en Chicago los días 2 y 3 de mayo. El 2 de mayo la policía disolvía violentamente en esta ciudad una manifestación que había congregado a 50.000 personas. Las provocaciones de contrahuelgistas y las presiones fueron tremendas, inimaginables hoy en día. En la concentración del día 3 de mayo en el parque Haymarket Square la policía, sin aviso alguno, comenzó a disparar contra la multitud provocando 6 muertos y decenas de heridos. Ese mismo día comenzó una campaña en toda regla contra los principales activistas sindicales, acusados de alborotadores y anarquistas.
El 21 de junio se inicia la causa contra 31 responsables sindicales, reducidos luego a 8: tras una farsa de principio a fin, con violación de las normas procesales en el fondo y en la forma, sin prueba alguna, la Corte Suprema declaró a los acusados culpables, enemigos de la sociedad y del orden establecido.
Samuel Fielden, de 39 años, pastor metodista y obrero textil fue condenado a cadena perpetua; Oscar Neebe, 36 años y vendedor fue condenado a 15 años de trabajos forzados; Michael Swabb, tipógrafo de 33 años a cadena perpetua. A muerte por horca fueron condenados Georg Engel, tipógrafo de 50 años; Adolf Fischer, periodista de 30; Albert Parsons, periodista de 39; Hessois Auguste Spies, periodista de 31 y el carpintero de 22 años Louis Linng (quien se suicidó en su celda antes de ser ejecutado). Los cuatro primeros subieron al cadalso el 11 de noviembre de 1887.
Adolf Fischer dijo
"Si he de ser ahorcado por mi amor a la libertad, a la igualdad y a la fraternidad, entonces no tengo inconveniente".
Hessois Auguste Spies
"En el Estado de Illinois ocho hombres fueron sentenciados por no perder la fe en el último triunfo de la libertad y la justicia"
José Martí, corresponsal en Chicago de La Nación de Buenos Aires relató tras la ejecución:
"... salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos (...) Spies grita "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora". Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede y los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable..."
Dos años después, en París, nace el Día Internacional de los Trabajadores, el 1º de Mayo, apoyada implicitamente esta jornada de memoria colectiva en 1954 por el Papa Pio XII al establecer ese día la Festividad de San José Obrero. En Chicago, en el parque de Haymarket Square no hay ninguna placa ni monumento que recuerde a los trabajadores masacrados... todo lo contrario, hay un monumento que recuerda a los policias que reprimieron a los huelgistas aquel día.
Han pasado 117 años de la proclamación de Día del Trabajo y hoy nos encontramos ante un mercado del trabajo donde la precariedad es la seña de identidad, donde la exclusión de la mujer y la discriminación salaria y laboral de ésta sigue muy presente, donde los accidentes laborales nos sitúan a la cabeza de europa y donde los extremeños añadimos cobrar un 20% menos de salario por realizar el mismo trabajo, la emigración forzosa a otras comunidades más ricas y la explotación de los inmigrantes y, en el caso de los trabajadores inmigrantes del campo, la imposibilidad de acceder al subsidio agrario merced a la reforma de las prestaciones promulgada por el PP y que exige estar empadronado 12 años en un mismo sitio para recibir dicho subsidio.
El conflicto Capital – Trabajo, que determina las condiciones sociales y laborales de los trabajadores y trabajadoras, sigue bien presente. Sirva como ejemplo el último dato económico de Telefónica: mientras los miembros del Consejo de Administración de esta empresa percibieron durante el año 2005 12’44 millones de euros (lo que supone un aumento del 18’7 % respecto al año anterior), el incremento del sueldo de los trabajadores es, según lo acordado en su convenio, la subida del IPC, es decir, un 3’5 % aproximadamente.
En este 1º de mayo de 2006 nos enfrentamos, además, a un nuevo problema: la Reforma Laboral del Gobierno y las medidas neoliberales que se proponen desde Europa y desde las instituciones de la Globalización Capitalista:
Hemos conocido hace unos días que el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, opina que ante los "desequilibrios" en la economía española se hacen necesarias reformas "estructurales" para paliar la pérdida de competitividad del país. Para ello, el máximo dirigente del FMI y su equipo proponen:
- Reducción del gasto, es decir, menos dinero para sanidad, educación, bienestar social...
- La "flexibilización" del mercado laboral, para facilitar la contratación y el despido.
El gobierno de Rodríguez Zapatero, en respuesta a las demandas de las instituciones de la Globalización viene planteando desde hace meses una Reforma Laboral regresiva para los derechos de los trabajadores, buscando más precariedad y despido libre.
En Extremadura, por parte del gobierno regional de Rodríguez Ibarra sólo hemos conocido campañas propagandísticas, favores a los empresarios "amigos" y creación de un consistente tejido clientelar y caciquil para impedir que los ciudadanos críticos tomen conciencia de la situación. 23 años después el paro sigue afectando al 17% de la población. 23 años después la situación de los agricultores y ganaderos se agrava con las reformas de las OCMs y con la reducción de las ayudas europeas. 23 años depués la Renta Per Cápita sigue siendo la más baja de la media española, cobramos un 20% menos de salario que el resto de trabajadores españoles y el único beneficiado se llama Alfonso Gallardo, con favores a sus empresas y entrega de subvenciones: la última, 2,5 millones de euros (el 75% de lo destinado a las PYMES) para Cementos Balboa.
En Mérida, un consejero del Gobierno de Acedo llama a los sindicalistas del Ayuntamiento que reivindican sus derechos y una jornada laboral justa, "piqueteros terroristas". Ese consejero, prototipo del empresario sin escrúpulos, de quien sólo ve enfrente números y nóminas y no seres humanos, padres y madres de familias, trabajadores, ese empresario se permite el lujo de llamar piqueteros terroristas a trabajadores que defienden sus derechos constitucionales, mientras otros, que llamamos "emprendedores", sacrifican vidas humanas en los andamios pues les resulta más barato pagar una multa que cumplir la Ley de Prevención de Riesgos Laborales o juzgan donde está el límite del esfuerzo de trabajo de un hombre o una mujer... ellos, que no saben lo que es sudar el pan de cada día.
Hay muchas cosas que reinvindicar este 1º de Mayo. Dignidad. Trabajo. Solidaridad. Los Ibarras, los consejeros municipales Velez o los Zapatero, Rajoys y Ratos no tienen, ni de lejos, la dignidad y el coraje de un trabajador extremeño que lucha por sus derechos.
Víctor Manuel Casco Ruiz
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