CONSEJOS PARA UNA NAVIDAD MÁS ECOLÓGICA Y SOLIDARIA
Con la llegada de la navidad llega la época del despilfarro y del consumismo por excelencia. Ecologistas en Acción quiere poner de manifiesto que hay formas más sostenibles social y ambientalmente de celebrar estas fiestas.
El nivel de consumo de los países del Norte, que tiene como uno de sus momentos clave la navidad, está produciendo un grave deterioro en el entorno y lleva asociado, además, la explotación de seres humanos, y la insatisfacción de todas aquellas personas que, metidas en la espiral consumista, nunca ven satisfecho su deseo de poseer más bienes.
Por eso, desde Ecologistas en Acción, estas navidades se proponen una serie de consejos a tener en cuenta a la hora de consumir:
- No despilfarrar energía. El consumo de electricidad supone graves problemas ambientales. Se puede hacer un uso racional reduciendo la compra de productos superfluos e innecesarios para cuya fabricación hace falta mucha energía, o con algo tan sencillo como la utilización de bombillas de bajo consumo y electrodomésticos eficientes y útiles.
También es importante utilizar el transporte colectivo, con lo que no sólo se ahorra energía sino que se evita la contaminación acústica y atmosférica.
- Antes de comprar un regalo es importante reflexionar. Es necesario reducir el nivel de consumo. La compra excesiva y la acumulación de objetos sólo conduce a no valorar lo que se tiene y al agotamiento de los recursos naturales.
Cuando se compran juguetes conviene no olvidar que tienen que ser algo instructivo y pedagógico, por eso es importante no regalar juguetes bélicos o sexistas.
Además, hay ciertos objetos de consumo, como los teléfonos móviles, cuyos efectos sobre la salud en menores pueden ser muy perjudiciales.
- Al comprar es importante recordar una serie de aspectos.
Es recomendable estar seguros de comprar el contenido y no el envase. Hay que evitar los productos con envoltorios excesivos o superfluos, al igual que rechazar las bolsas de plástico que dan en los comercios llevándolas desde casa.
La comida precocinada implica más envasado y consumo de energía. Los productos frescos, de temporada o menos elaborados resultan más baratos, más sabrosos y tienen menos aditivos, especialmente si son ecológicos.
Es importante no olvidar que algunos alimentos intrínsecamente ligados a la navidad, como los langostinos, están siendo criados en muchos casos en los humedales costeros tropicales, produciendo graves daños para las economías locales y para la biodiversidad.
Es importante comprar en las tiendas del barrio. Las grandes superficies comerciales son muy dependientes de un modelo de transportes enormemente devorador de energía, y además suponen unas condiciones laborales injustas para muchas personas. Hay tiendas donde se pueden obtener productos con garantías de que han sido producidos de manera ecológica y pagando un precio digno a los productores, son las tiendas de comercio justo.
También es imprescindible no comprar pieles. Ni cosméticos que usen animales para su experimentación.
- Es imprescindible no destrozar, los abetos y otras pináceas se han convertido en un objeto de consumo de usar y tirar, que va del monte o el vivero al vertedero. No siendo una buena idea plantarlos, ya que no son especies autóctonas. Llama la atención que haya viveros dedicados exclusivamente a la producción de árboles que van a la basura (alrededor de 2.000.000 al año), en un país erosionado y con graves riesgos de desertificación
Otros adornos navideños suponen también enormes impactos. La utilización ornamental de los acebos en Navidad, extraidos masivamente del medio natural, ha conducido a que se encuentren en grave peligro de desaparición, con los graves daños que esto supone para el ecosistema en el que se desarrollan. Esto mismo ocurre con los musgos, que se utilizan como adorno en belenes.
Por último, la fiebre consumista ha llegado a otras especies vegetales, como los ruscos o el muérdago, que están siendo recolectadas de forma insostenible.
Desde Ecologistas en Acción pensamos que es nuestro deber como consumidores estar informados de dónde vienen los productos que consumimos, de si en su fabricación se está perjudicando al medio ambiente, o se está explotando a los seres humanos. En definitiva se trata de ser consumidores activos, capaces de castigar con el consumo las formas de producción que supongan un deterioro social o ambiental.
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