Crónica charla sobre Acoso laboral
CNT Cáceres Norte [03 de junio de 2007]
El acto tuvo lugar en el Centro Cultural Las Claras de Plasencia, el miércoles 23 de mayo de 2007.
A cargo de Charo Sánchez y Estrella Doncel
A cargo de Charo Sánchez y Estrella Doncel
Abre el acto Juan José Horrillo, Secretario General de CNT Cáceres Norte. Después de situar la vigencia e importancia del mobbing para los trabajadores presenta a Charo, compañera del sindicato de Oficios Varios de Cáceres y a Estrella, del sindicato homónimo de CNT Badajoz. Charo, auxiliar administrativo de la Diputación Provincial de Cáceres, sufrió represión, primero sindical (tras ser nombrada delegada, aunque esta batalla se ganó judicialmente en 1991) y luego moral hasta socavar su bienestar psíquico y físico, que ha concluido, tras una ardua lucha sindical y sobre todo legal, con la declaración de la incapacidad permanente para su profesión habitual en vista de las secuelas que le ha dejado los años de mobbing sobre su persona. Estrella, también personal de administración de intachable trayectoria en la Diputación Provincial de Badajoz (Patronato de Turismo y Tauromaquia) comenzó a sufrir acoso laboral cuando hace un par de años comunicó su intención de prorrogar su relación laboral más allá de los 65 años. Finalmente se ha acogido a la jubilación aunque sigue pleiteando porque se reconozca que las agresiones que sufrió por parte de su acosador hirieron su integridad psíquica.
Formas de abordar el estudio del mobbing
Charo hace un recorrido por las tres principales formas de abordar el mobbing desde que fuera definido a principios de los años 80 por el médico sueco Leymann como “atentado a la integridad moral del trabajador” en su entorno laboral. La escuela escandinava plantea que debe ser la empresa la que mantenga la salud del trabajador. El modelo holandés, sin embargo, se preocupa más por buscar el consenso entre políticos, empresarios y sindicatos. Por último, los ingleses, muy en consonancia con la ideología de la Tercera Vía de Tony Blair, no contemplan el punto de vista del trabajador y el mobbing no es más que un accidente laboral que provoca pérdidas productivas.
Por dar una definición tomamos la de Ramón Gimeno magistrado que en sentencia de 2003 define el mobbing como la presión laboral tendente a la anulación del trabajador. Charo añade que el acoso laboral no suele ir acompañado de agresión física, sino que se busca la autoeliminación del trabajador y su abandono del puesto de trabajo.
Posteriormente, la compañera nos cuenta cómo un grupo de afectados/as por acoso moral en el trabajo deciden el 6 de noviembre de 2003 la constitución de la Plataforma Extremeña Contra el Acoso Laboral (PECAL). El 29 de octubre se presenta en sociedad y desde febrero de 2004 se suceden numerosas reuniones semanales en Cáceres y Plasencia (posteriormente también en Badajoz) en las que se recibe a los afectados, se escucha y en definitiva se constituyen grupos de apoyo para la formación, reivindicación, organización de jornadas de divulgación (como las distintas convocadas en el Ateneo de Badajoz).
¿Cómo reconocer el acoso moral?
Estrella aclara que no todo conflicto en el trabajo es mobbing, como tampoco lo es el estrés o el síndrome del quemado (más habitual en trabajadores que se vuelcan en su trabajo y llegando un momento que deja de satisfacerlos). Por eso hay que conocer bien lo que es mobbing y usar nuestras dotes comunicativas para diluir los enfrentamientos puntuales. Si estos se cronifican, existe un acosador que dirige sus ataques contra nosotros, etc. entonces sí que puede darse el mobbing y es cuando hay que ponerlo en conocimiento de la empresa. En cualquier caso hay que actuar con discreción, no mostrar al acosador el daño que nos hace y por supuesto no caer en sus trampas ni hacerle el juego respondiendo con sus mismas armas. Debemos cumplir en el trabajo y a ser posible cuando consideremos que las tareas que nos encomiendan van dirigidas a minarnos moralmente hay que pedirlas por escrito (sobre todo en las administraciones públicas, donde esto es más factible).
¿Cómo podemos defendernos?
No entremos al trapo, mantener la cortesía pero distante. Los acosadores tienen un alto atractivo social y suelen ser unos embaucadores. Por supuesto no dejarse nunca vencer moralmente. Hay cursos y asociaciones donde podemos encontrar mucha información sobre el tema.
Estrella llama la atención sobre la sorpresa que causa a veces que un buen trabajador sufra acoso cuando en realidad los absentistas y amos del escaqueo, que suelen ser aduladores de la ideología imperante en la administración, no sufren el acoso. Sin embargo esto encaja perfectamente con el perfil de la víctima habitual de mobbing: alto sentido de la ética y honesta, además de ser una persona sensible. En contraposición al acosador que suele ser alguien mediocre, y envidioso de sus subalternos por miedo a perder el puesto, narcisista, con afán de control y falta de transparencia, algún rasgo paranoide, incluso psicopáticos.
Por último da algunos consejos para el trabajador que ya está inmerso en un caso de mobbing. Hay que cuidar el cuerpo, fundamental para luchar: vida higiénica (pasear, comer bien), relaciones sociales estables, cuidado con nuestros confidentes, no nos vale cualquiera. En casos depresivos hay que acudir a profesionales. En cualquier caso hay que intentar solucionar el acoso antes de llegar a los tribunales que enquistan el problema mientras dan una sentencia. Nuestro sindicato no pacta pero esto no está reñido con abrir vías de diálogo con la empresa para intentar solventar la situación (cese del acoso, traslados...). Si no se solventa por la acción directa hay que denunciar para lo que vendrá bien acaparar grabaciones, escritos... Cuidado con los testigos que en muchos casos tienen que volver a la empresa y no tienen por qué responder bien en el juicio.
Comienza el debate con el público.
¿Existe el acoso hacia el jefe? Charo aclara que hay tres tipos de acoso: el descendente (del jefe hacia sus subalternos), el ascendente (de los trabajadores hacia el jefe) y el horizontal (entre compañeros/as). Señala Estrella que en cualquier caso el acoso moral en el trabajo es un delito recogido en el Código Penal: agresión a la integridad moral del agredido.
Sigue el debate y se apunta el nulo papel de la Inspección de trabajo (en los casos de Estrella y Charo no sirvió de nada). Los servicios sanitarios poco proclives a declarar los casos de acoso laboral aunque deberían pues no deja de ser una agresión o un accidente laboral. Sin embargo, en su difícil papel influye la falta de conexión entre las distintas administraciones públicas, que incumplen sistemáticamente la función para la que supuestamente sirven. Desde la inspección médica que debería velar por que se nos atendiera debidamente hasta la inoperancia de la Inspección de trabajo y de la Seguridad Social. La Administración está compartimentada en espacios estancos: el médico de cabecera no se comunica con la inspección médica ni ésta con la de trabajo. Tienes que contar lo mismo y mostrar tu problema continuamente. Y no es ya sólo que te crean sino incluso que te escuchen. En muchos casos estos funcionarios justifican su sueldo mandando al afectado de un lado a otro, sobre todo sin pringarse, porque hay consignas de no dar I..P. a no ser, claro, que seas hijo, primo, sobrino, etc. del político de turno.
Dice Estrella que para que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) te declare la incapacidad permanente tienes que ir prácticamente con una pierna en la mano. Ni la ansiedad, ni la depresión, invalidan para el trabajo (según la Administración)
Un factor que incide en la alta incidencia del mobbing es la gran competitividad que nos imponen desde niños. Iñaki Piñuel (profesor de la Universidad de Alcalá de Henares) habla de un 15 % de acosados en la comunidad universitaria. Además de este investigador recomiendan los escritos de Mª José Blanco (abogada), y de Heinz Leymann.
La solución: la acción sindical
Por último se apunta que mientras magistratura no tiene por qué dar una solución satisfactoria para el agredido, ni mucho menos inmediata, la acción directa bien aplicada cuando se dan las condiciones puede conseguir éxitos notorios. Un compañero del público cita como ejemplo el conflicto que CNT Cáceres mantuvo a principios del año pasado contra Bingo Cánovas por un episodio de acoso laboral (periódico cnt de abril de 2006). Tras un par de concentraciones a la puerta del establecimiento y la campaña de denuncia pública correspondiente se consiguió el pago del contrato hasta su finalización, una indemnización por daños morales, suspensión de empleo y sueldo del acosador en espera de su traslado (no era el primer caso) y el pago de los gastos sindicales ocasionados.
Formas de abordar el estudio del mobbing
Charo hace un recorrido por las tres principales formas de abordar el mobbing desde que fuera definido a principios de los años 80 por el médico sueco Leymann como “atentado a la integridad moral del trabajador” en su entorno laboral. La escuela escandinava plantea que debe ser la empresa la que mantenga la salud del trabajador. El modelo holandés, sin embargo, se preocupa más por buscar el consenso entre políticos, empresarios y sindicatos. Por último, los ingleses, muy en consonancia con la ideología de la Tercera Vía de Tony Blair, no contemplan el punto de vista del trabajador y el mobbing no es más que un accidente laboral que provoca pérdidas productivas.
Por dar una definición tomamos la de Ramón Gimeno magistrado que en sentencia de 2003 define el mobbing como la presión laboral tendente a la anulación del trabajador. Charo añade que el acoso laboral no suele ir acompañado de agresión física, sino que se busca la autoeliminación del trabajador y su abandono del puesto de trabajo.
Posteriormente, la compañera nos cuenta cómo un grupo de afectados/as por acoso moral en el trabajo deciden el 6 de noviembre de 2003 la constitución de la Plataforma Extremeña Contra el Acoso Laboral (PECAL). El 29 de octubre se presenta en sociedad y desde febrero de 2004 se suceden numerosas reuniones semanales en Cáceres y Plasencia (posteriormente también en Badajoz) en las que se recibe a los afectados, se escucha y en definitiva se constituyen grupos de apoyo para la formación, reivindicación, organización de jornadas de divulgación (como las distintas convocadas en el Ateneo de Badajoz).
¿Cómo reconocer el acoso moral?
Estrella aclara que no todo conflicto en el trabajo es mobbing, como tampoco lo es el estrés o el síndrome del quemado (más habitual en trabajadores que se vuelcan en su trabajo y llegando un momento que deja de satisfacerlos). Por eso hay que conocer bien lo que es mobbing y usar nuestras dotes comunicativas para diluir los enfrentamientos puntuales. Si estos se cronifican, existe un acosador que dirige sus ataques contra nosotros, etc. entonces sí que puede darse el mobbing y es cuando hay que ponerlo en conocimiento de la empresa. En cualquier caso hay que actuar con discreción, no mostrar al acosador el daño que nos hace y por supuesto no caer en sus trampas ni hacerle el juego respondiendo con sus mismas armas. Debemos cumplir en el trabajo y a ser posible cuando consideremos que las tareas que nos encomiendan van dirigidas a minarnos moralmente hay que pedirlas por escrito (sobre todo en las administraciones públicas, donde esto es más factible).
¿Cómo podemos defendernos?
No entremos al trapo, mantener la cortesía pero distante. Los acosadores tienen un alto atractivo social y suelen ser unos embaucadores. Por supuesto no dejarse nunca vencer moralmente. Hay cursos y asociaciones donde podemos encontrar mucha información sobre el tema.
Estrella llama la atención sobre la sorpresa que causa a veces que un buen trabajador sufra acoso cuando en realidad los absentistas y amos del escaqueo, que suelen ser aduladores de la ideología imperante en la administración, no sufren el acoso. Sin embargo esto encaja perfectamente con el perfil de la víctima habitual de mobbing: alto sentido de la ética y honesta, además de ser una persona sensible. En contraposición al acosador que suele ser alguien mediocre, y envidioso de sus subalternos por miedo a perder el puesto, narcisista, con afán de control y falta de transparencia, algún rasgo paranoide, incluso psicopáticos.
Por último da algunos consejos para el trabajador que ya está inmerso en un caso de mobbing. Hay que cuidar el cuerpo, fundamental para luchar: vida higiénica (pasear, comer bien), relaciones sociales estables, cuidado con nuestros confidentes, no nos vale cualquiera. En casos depresivos hay que acudir a profesionales. En cualquier caso hay que intentar solucionar el acoso antes de llegar a los tribunales que enquistan el problema mientras dan una sentencia. Nuestro sindicato no pacta pero esto no está reñido con abrir vías de diálogo con la empresa para intentar solventar la situación (cese del acoso, traslados...). Si no se solventa por la acción directa hay que denunciar para lo que vendrá bien acaparar grabaciones, escritos... Cuidado con los testigos que en muchos casos tienen que volver a la empresa y no tienen por qué responder bien en el juicio.
Comienza el debate con el público.
¿Existe el acoso hacia el jefe? Charo aclara que hay tres tipos de acoso: el descendente (del jefe hacia sus subalternos), el ascendente (de los trabajadores hacia el jefe) y el horizontal (entre compañeros/as). Señala Estrella que en cualquier caso el acoso moral en el trabajo es un delito recogido en el Código Penal: agresión a la integridad moral del agredido.
Sigue el debate y se apunta el nulo papel de la Inspección de trabajo (en los casos de Estrella y Charo no sirvió de nada). Los servicios sanitarios poco proclives a declarar los casos de acoso laboral aunque deberían pues no deja de ser una agresión o un accidente laboral. Sin embargo, en su difícil papel influye la falta de conexión entre las distintas administraciones públicas, que incumplen sistemáticamente la función para la que supuestamente sirven. Desde la inspección médica que debería velar por que se nos atendiera debidamente hasta la inoperancia de la Inspección de trabajo y de la Seguridad Social. La Administración está compartimentada en espacios estancos: el médico de cabecera no se comunica con la inspección médica ni ésta con la de trabajo. Tienes que contar lo mismo y mostrar tu problema continuamente. Y no es ya sólo que te crean sino incluso que te escuchen. En muchos casos estos funcionarios justifican su sueldo mandando al afectado de un lado a otro, sobre todo sin pringarse, porque hay consignas de no dar I..P. a no ser, claro, que seas hijo, primo, sobrino, etc. del político de turno.
Dice Estrella que para que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) te declare la incapacidad permanente tienes que ir prácticamente con una pierna en la mano. Ni la ansiedad, ni la depresión, invalidan para el trabajo (según la Administración)
Un factor que incide en la alta incidencia del mobbing es la gran competitividad que nos imponen desde niños. Iñaki Piñuel (profesor de la Universidad de Alcalá de Henares) habla de un 15 % de acosados en la comunidad universitaria. Además de este investigador recomiendan los escritos de Mª José Blanco (abogada), y de Heinz Leymann.
La solución: la acción sindical
Por último se apunta que mientras magistratura no tiene por qué dar una solución satisfactoria para el agredido, ni mucho menos inmediata, la acción directa bien aplicada cuando se dan las condiciones puede conseguir éxitos notorios. Un compañero del público cita como ejemplo el conflicto que CNT Cáceres mantuvo a principios del año pasado contra Bingo Cánovas por un episodio de acoso laboral (periódico cnt de abril de 2006). Tras un par de concentraciones a la puerta del establecimiento y la campaña de denuncia pública correspondiente se consiguió el pago del contrato hasta su finalización, una indemnización por daños morales, suspensión de empleo y sueldo del acosador en espera de su traslado (no era el primer caso) y el pago de los gastos sindicales ocasionados.
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