El PSOE ataca a Izquierda Unida con el tema de la refineria
El parasitismo biológico ofrece grandes sinergias a la biodiversidad. Por el contrario, en política es deleznable para el organismo parasitado y significa que el parásito no tiene escrúpulos para esconder su insignificancia. Esto es lo que sucedió el pasado Primero de Mayo cuando los sindicatos mayoritarios desarrollaban la manifestación reivindicativa de la fiesta del trabajo.
Resulta difícil encontrar adjetivos para calificar la actitud de un grupúsculo de personas, adiestrado y encabezado por el coordinador regional de Izquierda Unida y el secretario regional del PCE, y que a su vez no descalifiquen a las organizaciones que inmerecidamente les padecen al estar al frente de ellas. Estas siglas, que se han ganado el respeto a pulso, quizás no se merezcan que haya dirigentes capaces de utilizarlas para un intento fallido de boicotear el Primero de Mayo.
El PCE contribuyó a escribir una página brillante de la historia por la libertad en nuestro país. Fue la vanguardia de la lucha antifascista. Nadie podía imaginar que aquella organización tan vinculada al mundo obrero acabara tan alejada del mismo como para enfrentarse a los legítimos representantes de la clase trabajadora: los sindicatos.
Esta deriva no es fruto de la casualidad. Cuando una organización se burocratiza hasta el punto de considerarse la salvadora de la clase obrera, sin contar con ella, corre el riesgo de pasar del campo de la política al campo del mesianismo religioso. Esta es la trayectoria que han transitado sus dirigentes en la ultima década olvidando que las prédicas no es lo que necesitan las gentes de la izquierda.
La posición residual en la vida pública ha sido ganada a pulso, lo que se refleja en la ausencia de influencia en el municipalismo, en el parlamento, en los debates importantes de futuro para la región; y lo que es peor, en su autismo en el tejido social.
En primer lugar, por no entender que las organizaciones son autónomas y en el caso que nos ocupa, los sindicatos, que cuentan además con el respaldo mayoritario de los trabajadores y trabajadoras. En segundo lugar, porque la política de pequeño salón puede parecer un artificio rentable a corto plazo pero no se corresponde con las demandas de la clase trabajadora en el siglo veintiuno. La autoexclusión permanente de todas las iniciativas de futuro de Extremadura lleva al fuera de juego continuo. Cabría recordar que lo residual y lo marginal están separados por una delgada línea que casi siempre se cruza más por fanatismo que por inconsciencia.
El movimiento sindical atesora la autoridad moral que ganó liderando a la clase trabajadora en las luchas que fue necesario acometer. La única lección que requiere es la que colectivamente construye con los trabajadores. La tutela que precisa la ostenta el accionista al que se debe, la clase obrera. La brújula que le orienta nace de la inteligencia de miles de hombres y mujeres que militan en las organizaciones sindicales. La mayor red de solidaridad y de cohesión social es la que tejen los sindicatos, que los convierte en las organizaciones que más vertebran la sociedad extremeña, en la lucha y en la propuesta. Eso los convierte en un codiciado tesoro para quienes presentan como mayor mérito la teorización de la movilización social.
El movimiento sindical al que se le ha faltado el respeto hace unos días es el mismo que aquel que hace un año Gaspar Llamazares denominó como "el exitoso dique de contención de las políticas de la derecha". ¡Qué contradicción!
No cabe esperar una reflexión profunda sobre lo ocurrido porque la deriva ideológica lo impide. La pretendida causa de la discordia, la refinería, es sólo un pretexto. Exigirles responsabilidades por el mencionado altercado es tarea tan inútil como osado el intento de reventar el Primero de Mayo. Con la misma certeza de que a cada cerdo le llega su sanmartín, el cuerpo electoral ya les exigirá las que correspondan. No se debería olvidar que nuestros mejores libertadores somos nosotros mismos, ya que esa tarea es indelegable y nadie se la puede arrogar.
Valentin Garcia Sindicalista. Exsecretario general de CCOO de Extremadura
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=172851
Resulta difícil encontrar adjetivos para calificar la actitud de un grupúsculo de personas, adiestrado y encabezado por el coordinador regional de Izquierda Unida y el secretario regional del PCE, y que a su vez no descalifiquen a las organizaciones que inmerecidamente les padecen al estar al frente de ellas. Estas siglas, que se han ganado el respeto a pulso, quizás no se merezcan que haya dirigentes capaces de utilizarlas para un intento fallido de boicotear el Primero de Mayo.
El PCE contribuyó a escribir una página brillante de la historia por la libertad en nuestro país. Fue la vanguardia de la lucha antifascista. Nadie podía imaginar que aquella organización tan vinculada al mundo obrero acabara tan alejada del mismo como para enfrentarse a los legítimos representantes de la clase trabajadora: los sindicatos.
Esta deriva no es fruto de la casualidad. Cuando una organización se burocratiza hasta el punto de considerarse la salvadora de la clase obrera, sin contar con ella, corre el riesgo de pasar del campo de la política al campo del mesianismo religioso. Esta es la trayectoria que han transitado sus dirigentes en la ultima década olvidando que las prédicas no es lo que necesitan las gentes de la izquierda.
La posición residual en la vida pública ha sido ganada a pulso, lo que se refleja en la ausencia de influencia en el municipalismo, en el parlamento, en los debates importantes de futuro para la región; y lo que es peor, en su autismo en el tejido social.
En primer lugar, por no entender que las organizaciones son autónomas y en el caso que nos ocupa, los sindicatos, que cuentan además con el respaldo mayoritario de los trabajadores y trabajadoras. En segundo lugar, porque la política de pequeño salón puede parecer un artificio rentable a corto plazo pero no se corresponde con las demandas de la clase trabajadora en el siglo veintiuno. La autoexclusión permanente de todas las iniciativas de futuro de Extremadura lleva al fuera de juego continuo. Cabría recordar que lo residual y lo marginal están separados por una delgada línea que casi siempre se cruza más por fanatismo que por inconsciencia.
El movimiento sindical atesora la autoridad moral que ganó liderando a la clase trabajadora en las luchas que fue necesario acometer. La única lección que requiere es la que colectivamente construye con los trabajadores. La tutela que precisa la ostenta el accionista al que se debe, la clase obrera. La brújula que le orienta nace de la inteligencia de miles de hombres y mujeres que militan en las organizaciones sindicales. La mayor red de solidaridad y de cohesión social es la que tejen los sindicatos, que los convierte en las organizaciones que más vertebran la sociedad extremeña, en la lucha y en la propuesta. Eso los convierte en un codiciado tesoro para quienes presentan como mayor mérito la teorización de la movilización social.
El movimiento sindical al que se le ha faltado el respeto hace unos días es el mismo que aquel que hace un año Gaspar Llamazares denominó como "el exitoso dique de contención de las políticas de la derecha". ¡Qué contradicción!
No cabe esperar una reflexión profunda sobre lo ocurrido porque la deriva ideológica lo impide. La pretendida causa de la discordia, la refinería, es sólo un pretexto. Exigirles responsabilidades por el mencionado altercado es tarea tan inútil como osado el intento de reventar el Primero de Mayo. Con la misma certeza de que a cada cerdo le llega su sanmartín, el cuerpo electoral ya les exigirá las que correspondan. No se debería olvidar que nuestros mejores libertadores somos nosotros mismos, ya que esa tarea es indelegable y nadie se la puede arrogar.
Valentin Garcia Sindicalista. Exsecretario general de CCOO de Extremadura
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=172851
3 comentarios
rafa -
Anónimo -
El Consejo Político Local de Izquierda Unida de Mérida critica el comportamiento de los representantes de las centrales sindicales UGT y CC. OO. el pasado primero de mayo. «Todavía resuenan los ecos de la 'traición de Sintel', o bien el llamamiento a los trabajadores para que votaran afirmativamente 'un tratado de Constitución Europea' a todas luces antisocial y al gusto de las grandes multinacionales», señalan en un comunicado.
También critican sus posturas ante el cierre de Hilaturas del Guadiana o La Corchera en Mérida, o la profesionalización a la que, en su opinión, han llegado estos dos sindicatos, denuncia IU, que se pregunta a quién defienden y a quiénes representan.
Anónimo -
Agamos una "porra" para ver cuando le ha pagado el PSOE a ese por el articulo